Hacia mucho tiempo que no regresaba por aquí, el salir de la ciudad en estas condiciones nunca fue ideal ya que generalmente teníamos medios de transporte más eficientes (aunque a veces nos arrepintiéramos de haberlos elegido o nos viéramos involucrados en algún tipo de accidente). Fue hoy que al tener que transportarme como los demás, usando plástico para darme acceso y de haber disfrutado del no tener que conducir que recordé lo más difícil de ir de visita a Ciudad Tianguis.
Ciudad Tianguis, el distrito de piratería y mercado negro a las afueras de la gran ciudad. No existe mejor lugar para conseguir “ese” artefacto ilegal o encontrar a una fracción del precio horas y horas de entretenimiento (a veces no tan sano) en la forma de medios ópticos que a veces intercambiamos entre nosotros o convertimos en bytes para llevarlos a una fila o a una clase aburrida.
Ciudad Tianguis, más allá de los límites de la civilización tecnológica y social y que al salir de este distrito es como entrar a otra dimensión, donde te tienes que cuidar la espalda y no debes confiar en nadie. Es primordial tener siempre un contacto, de otro modo, el tianguis te puede devorar.
Dentro de todo, la tecnología ha ido estableciéndose poco a poco en Ciudad Tianguis, hasta los más bajos ladrones usan dispositivos de comunicación inalámbrica y de entretenimiento virtual; a veces, casi me siento un turista cuando, después de conseguir el objetivo, FX nos lleva a comer a alguno de los primitivos restaurantes de caché o al centro de proyección ubicado justo a las faldas de un cerro, es imposible no impresionarse de cómo la gente puede vivir aquí.
El tren me trajo hasta aquí hoy, junto con unos cuantos miles de personas más y al descender, no hay otra cosa que hacer que seguirlos, algunos solo van a cambiar de ruta y otros cuantos, incluyéndome, vamos más allá del reten. Me siento extranjero, tratando de volar bajo el radar pero siento que no puedo ocultarme entre los nativos que se mueven en su ambiente, a través del laberinto de ratas que nos conduce lentamente al transporte que llega al corazón de Ciudad Tianguis. En el reten, los oficiales me miraron reconociendo en mi a un cliente más de la piratería y seguramente estarían ahí esperando mi regreso, para detenerme con mi mercancía ilegal. A mí y a otros cientos.
Los nativos encuentran en los extranjeros clientes y víctimas, por eso es importante pasar desapercibido, pero nunca subestimar las habilidades de los ladrones y vampiros que te rondan. El silencio es importante, mantente en silencio hasta que encuentres a tu contacto que te espera unos kilómetros adelante.
Una hora después estás cerrando el trato, recibiendo los discos y buscando el camino de regreso, pero no… siempre hay tiempo para ir a turistear, tiene que haberlo para evitar el reten al regreso. Poco a poco va aumentando tu confianza y cayendo la noche porque sabes que FX conoce su territorio y cierras un trato más.
El regreso siempre es más callado, ves a algunos nativos desplazándose armados con sus artefactos de primer mundo en este subterráneo y al llegar al reten todo es soledad y obscuridad, ahora solo es una carrera contra el tiempo y una apuesta. ¿Llegarás a la civilización primero o los nativos te alcanzarán a ti?
Apresuras el paso mientras ves a lo lejos la primer señal de que tu mundo esta del otro lado… la terminal aérea donde tienes que entregar tu mercancía robada.