domingo, enero 25, 2009

Airbus Station

De noche no es lo mismo, no se compara la afluencia de personas en Airbus Station a esta hora que al medio día. Se siente todo tan vacío que me cuesta trabajo entender porque la cita es aquí, precisamente en este momento en el que podemos ser el foco de atención y fáciles presas del personal de seguridad.

Es como un pueblo desierto, cientos de locales etiquetados con marcas conocidas (completamente opuesto a Ciudad Tianguis, donde todo esta hecho en China, o en casa) pero cerrados, nadie ha tenido la visión de que en una ciudad como esta, la vida no termina al caer la noche. Camino por el largo corredor iluminado únicamente por las pantallas de cristal liquido que anuncian el estado de las aeronaves que aquí circulan. Los guardias de seguridad me miran pero no se inmutan, como si fuera un pasajero más que espera llegar a su destino en la madrugada.

Más adelante hay luz, mucha luz y gente, de pronto todo parece cobrar vida de nuevo y por un instante, olvido la hora ya que en el mostrador no pasa el tiempo, a menos que vayas a viajar. A mi no me importa la hora al dar mi nombre (falso) a la encargada de esta terminal que no tarda ni 15 segundos en entregarme un pase de abordar y decirme que ya me esperan.

No porto nada ilegal (en apariencia) y se me permite el acceso. En la sala de espera, ahí esta. Veo su ancha espalda custodiada por dos sujetos mientras lee una revista que parece que encontró a lado de su asiento. Nunca ha sido excesivamente ostentoso, y no tendría porque con 1.98 metros arriba del suelo y su simple elegancia consistente solo en pantalones y camisas de diseñador. No puedo evitar sentirme un simplón en su presencia.

El Sr. M se pone de pie y me extiende la mano, me ofrece un abrazo y no puede evitar recalcar que llego con 3 minutos de retraso, pero no le importan mis excusas, realmente no le importa lo que haya hecho en C.T. mientras no tenga que ver con sus protegidos y le traiga resultados. Y aquí los tiene, un insignificante de disco con información, archivos gráficos y texto que usará para incrementar su poder.

Me lo cambia por una tarjeta bancaria que me pide verificar en el ATM que se encuentra 10 metros de nosotros. Voy solo, como siempre hay que cambiar el NIP, verificar el balance y retirar algo de efectivo. Como siempre, todo en orden y como siempre, al terminar la transacción, el Sr. M ha desaparecido y estoy solo en la sala de espera.

Llega un texto a mi celular invitándome a escoger un vuelo y a tomarme unas vacaciones forzosas lejos de la ciudad con el bono que me acaban de depositar.

El Sr. M sabe que nos van a estar buscando.