El viento soplaba entre las calles vacías y obscuras. Entre los mosaicos de concreto hidráulico texturizado aún había residuos de la lluvia ácida de unas horas atrás. El cielo privado de estrellas poco a poco empezaba a cambiar de color, el horizonte se iluminaba con los primeros rayos de sol y las nubes empezaban a dispersarse.
Cuando Kento llegó al departamento se sorprendió de encontrar la puerta emparejada, era demasiado temprano para que alguien hubiera entrado (o salido) del lugar. Sin embargo, parecía que Junko ya no estaba ahí.
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