“Oboe Concerto in C, K 314 – Wolfgang Amadeus Mozart – 8:03” era lo que se leía en el display de un viejo reproductor de música en formato MP3 que Manato tenía en su cabecera, conectado al sistema de sonido instalado en su dormitorio. Conservaba aquella antigualla de 512 Mb de capacidad por dos razones principales: el tener un despertador incorporado, y el hecho de ser el primer reproductor de éste tipo que él se regaló con el primer ingreso que obtuvo, de esto hace algunos años ya.
Manato se desperezó, apuró las cortinas y con un movimiento mas holgazán que hábil las abrió de par en par para dejar que los primeros rayos de sol atravesaran por el cristal templado de 10mm que había pedido específicamente para todas y cada uno de las ventanas con las que contaba el edificio de dos plantas… solo así era posible tener el lujo de ventanas en aquel lugar cuya temperatura en invierno podía caer a menos de 15 grados bajo cero, o castigarlas a mas de 40 grados en verano mientras que en el interior se gozaban de agradables 21º durante todo el año.
Este lugar era mejor conocido como el IMAP, Instituto México-Americano de Preparación. La escuela más importante e influyente en lo que se refería a la instrucción de nuevos talentos que servirían mas adelante al progreso de su propia patria…
“La computación es el futuro” era lo que siempre repetía Omega a sus colegas Alfa, Manato y FoxTrot, con quienes después de buscar por meses y meses un lugar donde poder enclavar una institución como ellos la habían estado planeando, se encontraron con una vieja Hacienda ubicada a unos perfectos 50 Km. de la ciudad. Se aplicaba el adjetivo “perfecto” ya que dicha institución contaba con todas las comodidades necesarias para que los padres pudieran abandonar (si así lo deseaban) durante semanas, meses o incluso años a sus hijos, con la esperanza de que las altas colegiaturas que ahí se pagaban fructificaran en algo mas que proveerles de un simple “informático” mas… de los cuales ya estaba plagado éste país. No, lo que se buscaba era que sus hijos fueran algo mas que meros oficinistas o capturistas de datos trabajando para alguna institución gubernamental, eso en el mejor de los casos, sino verdaderos genios en el uso de las computadoras, individuos capaces de no solo comprender el funcionamiento y alcance de una Computadora Personal, sino ir mas allá.
El lugar había fungido anteriormente como propiedad de uno de los narcotraficantes mas poderosos de todo Sudamérica. Se trataba de una Hacienda localizada en la salida de la Ciudad con rumbo hacia el oriente, la cual contaba con todos los servicios, tales como luz, telefonía, agua potable y drenaje (las fosas solo se utilizaban cuando se requería de ocultar algún cuerpo), además de conexión vía satelital a Internet. Disfrutaba también de una pista de aterrizaje de tierra, la cual obviamente había sido zanjeada por el ejército cuando la policía federal se hizo del lugar, Omega logró adquirir dicho lugar en un remate organizado por dicha institución. En cuanto llegaron, la imagen de los cuatro fue la de derribar aquel lugar y construir un edificio con grandes paredes, grandes ventanales, columnas, y el que en su momento llegaría a ser el famoso techo de cristal templado que cubría el comedor de la institución. Un premio mayor de la lotería, los ahorros de toda la vida y una cuantiosa herencia desaparecieron en un lapso de 9 meses para dar luz a el gran mounstro en que se había convertido el plantel. Habitaciones para los alumnos que decidieran quedarse en el internado, baño comunitario con agua caliente a cualquier hora, un comedor que daba albergue a excelentes chefs apenas egresados de sus facultades (“son aun explotables” decía Manato con cierta sorna), equipos de punta, un ambiente minimalista por mas elitista, no por la considerable suma de dinero que ahí se pagaba a manera de colegiatura, sino por la calidad de alumnos que fueron llegando al instituto con la promesa de una educación, por fin, a la altura de sus necesidades. La vida era buena…
Manato terminó de bañarse, peinarse y solo después de ataviarse con una camisa Claiborne (un regalo del mismo FoxTrot y la cual le cambió para siempre sus hábitos de vestir), pantalón oscuro y zapatos, además de su nuevo reproductor de MP3, se dirigía a enfrentar a los que consideraba más peligrosos que cualquier ejército entrenado en Afganistán o Israel, mas peligroso aun que cualquier grupo militar o paramilitar subversivo al gobierno de su país y mas mortal que una avanzada dirigida por Beatrix Kiddo : sus alumnos.
“Salón 101” era lo que se leía en la puerta que, como todo el salón, había sido diseñada a manera de tableros con huecos que aislaban todo el ruido exterior, esto con la finalidad de acabar con cualquier fuente de distracción, al menos auditiva, que pudiera desviar la atención de los alumnos de la cátedra que impartía. El salón en si era una maravilla, una especie de meca para todos aquellos que pretendían aprender algo mas que hacer hojas de cálculo y macros. Estaba acondicionado para albergar a 25 alumnos (no mas, no menos) proporcionándoles a cada uno una computadora Macintosh y una ordinaria PC en la cual pudieran “experimentar”… (“siempre hacen falta Conejillos de Indias” les decía siempre que alguno preguntaba por la extraña combinación), también existía la posibilidad de que cualquier alumno llevara su propio equipo.
Al fondo del salón se observaba, bajo una protección de plexiglás, una vieja PC la cual solamente tenia adherida una etiqueta la cual rezaba: “Exención del examen final si logras que esta máquina corra durante dos semanas, sin presentar ningún error, con el Sistema Operativo Windows Vista”, hasta la fecha ningún estudiante había sido capaz de lograr tal hazaña.
Al frente del salón se encontraba una gran ventana de 2.5 mts. de alto por 8 mts. de largo la cual estaba orientada hacia los volcanes y parte del bosque en el cual se localizaba el colegio. Sucedía que dicho ventanal había sido hecho bajo especificaciones muy precisas de los mismísimos Manato y FoxTrot, se componía de dos cristales blindados, entre los cuales se encontraba una capa de líquido que, a manera de pantalla de cristal líquido, al ser estimulado eléctricamente se obscurecía casi en su totalidad, además que por esta característica el mismo ventanal podía ser utilizado como proyector. Se decía que Manato había no pedido, sino exigido una ventana de estas características debido a que sufría de una pequeña claustrofobia, si por él hubiera sido hubiera pedido dar sus clases al aire libre, lo cual como el mismo sabía era algo prácticamente imposible… se manejaban equipos que el mismo gobierno hubiera siquiera soñado con poseer.
No hay plazo que no se cumpla ni fecha que no llegue, así que como todas y cada una de las mañanas, y en especial ésta, la de inicio de curso, que las clases comenzaban en IMAP puntualmente a las 7:00 am. Manato disfrutaba haciendo correr a sus alumnos a sabiendas de que entrando él a su salón, nadie mas podía entrar; los trabajos, tareas y demás menesteres debían estar registrados en la bandeja de entrada de su correo electrónico a mas tardar a las 0:00 (hora local); la limpieza, no solo en sus trabajos, sino también personal era algo que exigía de sobremanera, no importaba si iban en fachas, con jeans desgastados, playeras geek, zapatos Converse o incluso perforaciones, pero si algo detestaba Manato en sus alumnos era la falta de higiene. Los alimentos dentro del salón estaban definitivamente prohibidos (con excepción de botellas con tapas anti-spill conteniendo solamente agua purificada o mineral). Este nivel de exigencia era necesaria ya que la tarea de Manato era preparar a sus alumnos para su siguiente nivel de aprendizaje con FoxTrot, el cual exigía nada menos que perfección en los estudiantes que él elegiría como sus pupilos. Si un alumno recibía instrucción por parte de FoxTrot prácticamente aseguraba su inserción directa en alguna compañía desarrolladora de alto nivel. La firma de FoxTrot era una tarjeta de presentación que podía abrir prácticamente cualquier puerta en el ámbito laboral.
6:58 am y Manato ya se dirigía hacia el ya famoso Salón 101, el cual se encontraba justo al lado del Room 201, en el cual se daba la clase de Inglés Técnico impartido por Delta, profesora de 23 años la cual había llegado con bastantes cartas de recomendación, una preparación académica excepcional y una sonrisa de aquellas que acaban con gobernantes, tiranos y dictadores. –“Deja su currículum de lado, ¡¿Es que acaso no has visto que esta como quiere?! ¡Está divina!” les decía Alfa a sus compañeros cuando les informaba del ingreso a la cartera de docentes de Delta.
Manato había comenzado a desarrollar cierto crush por Delta, la cual todas las mañanas al pasar éste por su salón, le dedicaba la mas dulce de sus sonrisas. Si, definitivamente: La vida era buena…
1 comentario:
Interesante!
A ver a donde nos lleva
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