Nikola Tesla fue como el
Steve Jobs de la electricidad. Su mayor aportación tecnológica fue el desarrollo del sistema polifásico de corriente alterna con el que derrotaría a Edison en la
guerra de las corrientes y que la Westinghouse Electric comercializaría a finales del siglo XIX.
También registró patentes que Marconi utilizaría para desarrollar el sistema de radio que conocemos actualmente y contribuyó a la investigación de los Rayos X y de la transmisión inalámbrica de energía. Durante sus presentaciones y conferencias mencionaba inventos increíbles -que iban desde un sistema que usaría la corteza terrestre para transmitir energía hasta un sistema de comunicación interplanetario- que nunca llegó a materializar.
El genio al que le robaron la luz es la biografía del científico
loco que con todo y sus ideas de rayos cósmicos y comunicación con los marcianos es el héroe de la comunidad politécnica y cuya fama ha resurgido en los últimos años. La participación de su apellido en la terna para nombrar a un burrito que nació en el
IPN a mediados del año pasado es un reflejo de los últimos años de su vida pues quedó en tercer lugar, perdiendo ante el de aquel que le dio vida al Instituto.
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