Desde que era niño, me ha gustado leer ciencia ficción. Me gustaba imaginar mundos con autos voladores, ovejas eléctricas y ciudades en la luna, pero el futuro no es lo que solía ser. De acuerdo con Ursula K. LeGuin “la ciencia ficción es descriptiva, no predictiva” y parece que nos subimos al arco tendencial de Jim Dator y al no hacer nada, el progreso creció sin control.
Y así, llegó el momento de tomar una decisión. Despiertas y escuchas que otra vez es el día más caluroso del año, que hubo otro ataque de odio por cuestiones de género o que despidieron a otras 1000 personas por culpa de la inteligencia artificial. Puedes elegir entre no hacer nada y dejar que las cosas sigan su curso, puedes ayudar a acelerar el colapso y ver que ocurre o puedes tomar una actitud transformadora y ayudar a crear un futuro al que te gustaría llevar a tu comunidad. Lo que sea que decidamos, hay que hacerlo con un optimismo urgente, que de acuerdo con Jane McGonigal del Institute for the Future es “el deseo de enfrentar un desafío con la idea de que tenemos una probabilidad razonable de ganar”.
La ciencia ficción puede ser una manera emocionante de explorar el futuro y más si es cercana a nuestro contexto latinoamericano. Sin embargo, es importante hacer una reflexión para imaginar algo distinto a lo que está ocurriendo e identificarnos como agentes de cambio que pueden incidir en el futuro. Coincido con Mary O’Hara Deveraux en que “si algo grande va a pasar, tiene que empezar en algún lado”, ¿por qué no aquí?. Así, sea cual sea la decisión que tomemos, no llegaremos al futuro diciendo “aquí nos tocó vivir”.
https://t.co/FrXvWnXrjI es un #hipercuento que escribí en 2009 cuando estudiaba en @UDGVirtual_SUV y cuyo recuerdo volvió en forma de trino de canario. En él, pronostiqué el uso de la #bicicleta como un medio de transporte en un futuro distópico. pic.twitter.com/SMBCd7y6yL
— Rubén García (@leetmaster) January 8, 2024