miércoles, julio 20, 2016

Blade Runner Reality CDMX

Por más que quiera, nunca tendré una experiencia de China Town real en una ciudad donde el Barrio Chino es una humilde cuadra peatonalizada en el Centro, en la cual se concentran cafés de chinos con bufetes de platillos similares y tiendas de baratijas empacadas en celofán y con la leyenda Made in China. Todo es tan pequeño que ni siquiera pudieron instalar el Arco Chino en esta calle (tuvieron que ponerlo en una plaza que está a dos cuadras donde ya no hace sentido) y no tengo problema en recordar los restaurantes a los que mi tío nos llevaba de niños a comer chop suey que ni siquiera es comida china real, sino las sobras que los chinos les vendían a los mineros durante la fiebre del oro en San Francisco.


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Pero no dejes que esta crítica te engañe, películas como Blade Runner nos enseñaron que el futuro (el presente) es sucio, desordenado, obscuro y que la comunidad de migrantes juega un papel importante en la estética iluminada de luces de neón y nombres chinos. Así, juntando retazos de lugares puedo sumergirme en esta añorada realidad oriental sintética, ignorando las distancias que conectan los puntos pero cumplen el propósito cosmopolita cyberpunk.

El tour empieza en la calle de Dolores para comprar té verde (también americano) de Uncle Lee, de ese que sí tiene cafeína y buen sabor, no como los que venden en el supermercado (aunque aquí también hay). De nada sirven los dos meses de chino que estudie porque nadie habla un carajo de mandarín y afuera de la tienda está un señor con una olla de tamales ofreciendo la última novedad del barrio: el pan al vapor de sabores (¿estamos en la Frikiplaza?).
A como los da? 
A quince, joven. 
!Déme 10!
Así no se puede obtener la certificación de idioma otorgada por el papá de Eric, cuyo requisito principal es acudir a uno de estos restaurantes y ordenar todo en chino. También me ofrecen un te de tapioca (cassava roots) porque ya les llegó la máquina para sellar los vasos, pero no, ya tuvimos bastante con la fiebre de los Globos de Cantolla hace 2 años y quién sabe que traerán después.

Vamos a comer a otro lado, aunque tal vez regrese a probar el bufete de 50 pesos o el que ofrece barra de sushi.

Ojalá pudiéramos trasladarnos al Metro como electricidad o cerrar los ojos para no ver todo lo no chino de los alrededores, solo abriría un ojo para ver el arco y luego nada. A menos que fuera noche de películas porque en ese caso el Palacio Chino es destino obligado. Este cine fue adquirido por Grupo México en los noventas y convertido en Cinemex. Se agradece que conservaran el tema y el nombre agregándole los elementos de modernidad que caracterizaron a la marca en ese momento y se agradecería más que proyectaran Blade Runner uno de estos días.

A tres estaciones de donde celebraron el año del mono con bailes, adornos y galletas de la fortuna, lejos ya del Centro y del Barrio está el café de chinos Loon Chiy que siempre ha estado a la salida del metro Guerrero (ya sea en la linea 3 como antes o en la B como ahora).

Amo este restaurante con su menú de comida china-americana y mexicana, sus porciones abundantes y su precio muy barato. Además de que cierran hasta las 11 de la noche tienen el mejor Lo mein y ponen películas de Sci-Fi Channel, ideales para terminar este día recorriendo el lado oriental de la CDMX.

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